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Abajo y en lo profundo, más allá de la lluvia que ha caído y ha formado lodo en la tierra que siempre fue firme. Abajo y más profundo, a través de las capas; aún, en el núcleo, en el centro, en lo que realmente importa... hay un mar de magma embravecido que se revuelve sobre sí mismo en cada suspiro que lleva tu nombre. Que grita tu nombre y más se revuelve o un solo susurro de él y está listo para crear una revolución desde dentro. Ojalá todo fuera más calmo en el centro, pero a la vez, ojalá nunca dejar de sentirlo todo tan profundo o no sería yo sintiendo.

En el núcleo ardiente, donde nada duerme y cae fuego y hay un mar de magma con olas chocando entre sí con chispas capaces de atravesar las capas que le envuelven, allí llega tu nombre y está en casa; no está perdido. En el punto medio de todo eso, tu nombre me encuentra y tampoco estoy perdido; estoy esperándote. Toda la vida estuve esperándote entremedio de ese caos. Lo sabía. Creo que ahora lo sé más: Todo se va al carajo cuando siento tu tacto, lo sé. Sé de sobra que tus besos son la única guerra que nunca podré ganar. Todo alrededor importa una mierda cuando te deshaces en mí o cuando desparezco completamente en ti. Todo arde alrededor y nosotros, en el punto medio, escuchando coros celestiales. Una tras otro. Hasta la mente me atraviesan. Es estrepitoso.
Más. Quiero más.
Más de 7 años.